20120804


Última carta del Diario de Ana Frank.

Martes, 1 de agosto de 1944

Querida Kitty:
«Un manojo de contradicciones» es la última frase de mi última carta y la primera de
ésta. «Un manojo de contradicciones», ¿serías capaz de explicarme lo que significa?
¿Qué significa contradicción? Como tantas otras palabras, tiene dos significados, contradicción por fuera y contradicción por dentro. Lo primero es sencillamente no
conformarse con la opinión de los demás, pretender saber más que los demás, tener la
última palabra, en fin, todas las cualidades desagradables por las que se me conoce, y lo
segundo, que no es por lo que se me conoce, es mi propio secreto.
Ya te he contado alguna vez que mi alma está dividida en dos, como si dijéramos. En una
de esas dos partes reside mi alegría extrovertida, mis bromas y risas, mi alegría de vivir y
sobre todo el no tomarme las cosas a la tremenda. Eso también incluye el no ver nada
malo en las coqueterías, en un beso, un abrazo, una broma indecente. Ese lado está
generalmente al acecho y desplaza al otro, mucho más bonito, más puro y más profundo.
¿Verdad que nadie conoce el lado bonito de Ana, y que por eso a muchos no les caigo
bien? Es cierto que soy un payaso divertido por una tarde, y luego durante un mes todos
están de mí hasta las narices. En realidad soy lo mismo que una película de amor para los
intelectuales: simplemente una distracción, una diversión por una vez, algo para olvidar
rápidamente, algo que no está mal pero que menos aún está bien. Es muy desagradable
para mí tener que contártelo, pero ¿por qué no habría de hacerlo, si sé que es la pura

verdad? Mi lado más ligero y superficial siempre le ganará al más profundo, y por eso
siempre vencerá. No te puedes hacer una idea de cuántas veces he intentado empujar a
esta Ana, que sólo es la mitad de todo lo que lleva ese nombre, de golpearla, de
esconderla, pero no lo logro y yo misma sé por qué no puede ser.
Tengo mucho miedo de que todos los que me conocen tal y como siempre soy, descubran
que tengo otro lado, un lado mejor y más bonito. Tengo miedo de que se burlen de mí, de
que me encuentren ridícula, sentimental, y de que no me tomen en serio. Estoy
acostumbrada a que no me tomen en serio, pero sólo la Ana «ligera» está acostumbrada a
ello y lo puede soportar, la Ana de mayor «peso» es demasiado débil. Cuando de verdad
logro alguna vez con gran esfuerzo que suba a escena la auténtica Ana durante quince
minutos, se encoge como una mimosa sensitiva
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 en cuanto le toca decir algo, cediéndole
la palabra a la primera Ana y desapareciendo antes de que me pueda dar cuenta.
O sea, que la Ana buena no se ha mostrado nunca, ni una sola vez, en sociedad, pero
cuando estoy sola casi siempre lleva la voz cantante. Sé perfectamente cómo me gustaría
ser y cómo soy... por dentro, pero lamentablemente sólo yo pienso que soy así. Y ésa
quizá sea, no, seguramente es, la causa de que yo misma me considere una persona feliz
por dentro, y de que la gente me considere  una persona feliz por fuera. Por dentro, la
auténtica Ana me indica el camino, pero por fuera no soy más que una cabrita exaltada
que trata de soltarse de las ataduras.
Como ya te he dicho, siento las cosas de modo distinto a cuando las digo, y por eso tengo
fama de correr detrás de los chicos, de coquetear, de ser una sabihonda y de leer novelitas
de poca monta. La Ana alegre lo toma a risa, replica con insolencia, se encoge de
hombros, hace como si no le importara, pero no es cierto: la reacción de la Ana callada es
totalmente opuesta. Si soy sincera de verdad, te confieso que me afecta, y que hago un
esfuerzo enorme para ser de otra manera, pero que una y otra vez sucumbo a ejércitos
más fuertes.
Dentro de mí oigo un sollozo: «Ya ves lo que has conseguido: malas opiniones, caras
burlonas y molestas, gente que te considera antipática, y todo ello sólo por no querer
hacer caso de los buenos consejos de tu propio lado mejor.» ¡Ay, cómo me gustaría
hacerle caso, pero no puedo! Cuando estoy callada y seria, todos piensan que es una
nueva comedia, y entonces tengo que salir del paso con una broma, y para qué hablar de
mi propia familia, que en seguida se piensa que estoy enferma, y me hacen tragar píldoras
para el dolor de cabeza y calmantes, me palpan el cuello y la sien para ver si tengo fiebre,
me preguntan si estoy estreñida y me critican cuando estoy de mal humor, y yo no lo
aguanto; cuando se fijan tanto en mí, primero me pongo arisca, luego triste y al final
termino volviendo mi corazón, con el lado malo hacia fuera y el bueno hacia dentro,
buscando siempre la manera de ser como de verdad me gustaría ser y como podría ser...
si no hubiera otra gente en este mundo.

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